Las ganas de inventar y una tiza al cielo,
marcarán la frontera de mi razón.
Y un arsenal de paciencia y celos,
nos recuerdan, las chicas no pagan dinero.
Y a la vez que lo sagrado siempre es pequeño.
Tus fantasmas me pueden resucitar.
Mi colección de angelitos negros,
nos recuerdan, tenemos lo que merecemos.
No te asuste el desgastarme, soy eterno
y esas manos tan puras como el coral.
Ya llegará lo del cementerio
y sólo entonces, lo mismo será que no serlo.