Soy más coqueto que goloso,
y aunque nunca estoy quieto,
más me parezco a un oso.
Oso por curvas y por plante,
y aunque no quede elegante,
más que fiera, soy mimoso.
En injusta lid lucho contra mis michelines,
que en gastronomía me asedia y vence el antojo.
Me es ajena la dieta, como a puta los maitines,
y me atrinchero en la nevera, como puta por rastrojo.
No distingue esta guerra de primos o hermanos,
la grasa se repliega, descansa y vuelve.