Recorrió largo tiempo en su reloj.
Peleó para ser lo que es hoy.
Luchador, testarudo y cómo no
cariñoso y tierno como yo.
Sin pensar me enseñaba a reaccionar
al calor de su lumbre y su voz.
Un bastón le ayudaba a caminar,
pero él era duro como yo.
Y el camino acabó.
Su mirada dulce y gris voló.
Y su luz se apagó como la llama
del candil que hace tiempo ardió.
Y su voz susurraba y susurraba
"liberadme de todo el dolor".
Una vez de pequeño me cantó
la canción que de niño aprendió.
Carcajadas comenzaron a sonar,
porque él era alegre como yo.
Y él nos dijo adiós.
Va a reunirse pronto con su dios.