Al pie de la cruz del valle
viene ella siempre a rezar
cuando las nubes oscuras, ay,
anuncian la tempestad.
Y cuando a ella me acerco,
se va y se va.
Mañana cuando la tropa
descanse al pie de la cruz,
algún valiente soldado, ay,
defenderá su virtud.
Ya no veré de sus ojos
la luz, la luz.
Noble corazón chileno,
no te desesperes, no,
con un desdén inhumano, ay,
que la niña te brindó.
Y no le dijo la ingrata
ni adiós, ni adiós.