Cuando cae la oración,
con su manto de gris otoñal,
anochece en mi corazón
la sombría tristeza de mi soledad.
El recuerdo fugaz
de mis horas felices de ayer
va golpeando en mi mente tenaz,
como un río de sueños que siento crecer.
Yo también árbol fuí,
que al pasar por la vida di frutos y sombra.
Pero el tiempo que mide distancia,
hachando mi tronco me quiere arrancar.
Sólo quiero al partir
no llevar en mi alma un rencor.
Que lo amargo que tuvo el vivir
fue más dulce y más bello, unido a tu amor.
Y si acaso tal vez
mi recuerdo pudiera quedar
que una copla, con ritmo de zamba
junto a ese recuerdo la pueda cantar.
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