Eras triste como yo
como yo, predestinada,
castigada sin piedad,
látigo cruel, justo en las alas.
Era el tiempo de querer y de soñar,
copa de cristal quebrada.
Y en silencio se alejó mi juventud
pobre juventud negada.
Eras triste como yo
y hubo un sueño entre los dos.
Me horroriza pensar que encendí tu ilusión,
que estás esperándome en vano.
Me llevé sin decir mi palabra de amor,
que me sigue temblando en los labios.
Traspasada de pena en la espera,
mariposa clavada en tu puerta,
y en su lento aletear se presiente el horror
de la muerte de un sueño de amor.
Hoy te vio mi soledad,
calle abajo pensativa.
Nos rozamos al pasar
y me sangró la vieja herida.
Me quedé como clavado en un umbral
viéndote alejar vencida.
Y la gente poco a poco te llevó
lejos otra vez, perdida.
Hoy te vio mi soledad
con tus sueños muertos ya.