No me escribas, yo prefiero
no tener noticias tuyas,
tengo miedo, mucho miedo
que tus cartas me hagan mal,
que me digan algún dia
que de mi te has olvidado
que tus besos y caricias
pertenecen a un rival.
No sabes lo que he sufrido
desde el día que te fuiste
cuando vi que ya no estabas,
y que solo me encontré,
tuve rabia, tuve pena,
no sé lo que hubiera hecho
y esa noche de tristeza
y de dolor me emborrache.
Desde entonces he intentado
deshacerme tu recuerdo,
arrancarte de mi pecho,
matar ese metejón,
pero inútil porque cuanto
mas hacia por olvidarte
como grampa te clavabas
en mi pobre corazón.
He llenado las paredes
del bulín con tus retratos
y tus cartas, las primeras,
las que me solías mandar
todavía las conservo
porque en ellas me decías
que jamás de mi cariño
vos te irías a olvidar.
Ayer tarde en el momento
que más triste me encontraba
añorando tu recuerdo,
una carta recibí,
cuando vi que era tu letra,
tuve miedo de leerla,
y temblando sin haber
abierto el sobre, la rompí.