Fue en El Cairo, por primera vez la vi,
una bella tarde de radiante sol,
a una linda sulamita yo seguí
porque a su mirar no supe resistir.
Y la mora sus ojitos me guiñó
cual si fuera una tierna invitación
y sus lindos labios tras el velo
dulcemente me dijeron
que iba a ser mío su amor.
Mora gentil, escúchame,
yo tu pasión quiero tener.
Son tus recuerdos los que guardo junto a mí,
tus negros ojos y tus labios carmesí.
Mora gentil, escúchame,
yo tu pasión quiero tener,
tus negros ojos y tus labios y tus besos
son recuerdos que jamás olvidaré.
Sulamita que buscando amores vas,
muy pronto te cansaste de mi amor,
no recuerdas de las horas que pasé
quemado por el sol bajo tu balcón.
Y por qué tú te burlaste, ¡ay!, de mí,
si motivos para esto nunca te di.
No era sincero tu fiel cariño
y yo como un tierno niño
inocente lo creí.