Tan amargo dolor
me causo tu maldad
que lo que yo sentí
no lo comprenderás.
Y hoy sólo encuentro una calma
a mi profundo pesar
emborrachándome el alma
para poderte olvidar.
Me has hecho sufrir,
ingrata mujer,
¿y cuál fue el motivo
de tu proceder?...
Decime el porqué.
Si no me querías,
por qué me mentiste
y por qué estuviste
engañándome.
Si yo nunca, nunca,
te he dado motivo
que fueras conmigo
tan falsa y tan cruel.
Fue tu desengaño
que mató mi vida,
dejando una herida
que no cerrará.
Y, aunque me engañaste,
no te guardo encono
y yo te perdono
en vez de matar.
Quizás otro te hará
lo que me hiciste a mí
y así comprenderás
todo lo que sufrí.
Para saber estas cosas
no hay otra cosa mejor
que sufrir en carne propia
un desengaño de amor.