Cantan las campanas de mi pueblo
tienen alegrías de cencerro,
vuelan las palomas desbandadas
por el son de las campanas
que repican con su voz.
Nunca se escuchó tan de mañana
ese repicar de las campanas,
rompe la armonía de los bronces
un clarín que anuncia a voces...
ha llegado el invasor.
Señor... piedad, señor...
por el amor de nuestro Dios,
señor... piedad, señor...
por el horror de ver sufrir.
Rezos que son plegarias a Jesús,
cantos y besos para que vuelvan,
tras la luz, los que cegaron
no ven al hombre que mata
al hombre sin compasión...
Señor... piedad, señor...
por el amor de nuestro Dios...
Llaman al rayar la madrugada,
otra vez, el son de las campanas;
tañen esta vez en son de gracias
porque vuelven a sus casas
los que fueron a luchar.
Vuelven a espigarse los trigales,
vuelven a cantar los manantiales,
todo en derredor respira vida,
no se ven sangrar heridas...
y en el mundo reina paz...