Ya pasó el aguacero...
Ya se van los nubarrones.
Y, al cesar el chaparrón,
se ve brillar
la luz del sol.
Como en aquella inmensidad,
pasado el rayo sale el sol,
tras las tormentas del querer
la calma llega al corazón,
y, al cesar el chaparrón,
se ve lucir
¡la luz del sol!
En la inmensidad del alma
hay rugientes temporales,
que, lo mismo que en los cielos,
van pasando hasta alejarse,
en los cielos y en las almas,
tras el trueno, brilla el sol.
Ya cesó el aguacero...
Ya se van las nubes grises...
Y al pasar un nubarrón,
se ve asomar
la luz del sol.
Como en el cielo el corazón
alguna vez se cubrirá
de nubarrones, que el querer
con su poder disipará...
Y al pasar el nubarrón,
se ve volver
la luz de amor.