(A Beatriz Allende)
Se durmió una sonrisa,
se secó una esperanza,
se detuvo una mano,
se cansó una nostalgia.
¿Qué noches sin finales
inundaron tus sueños?
¿Qué nubes transportaron
esos vientos isleños?
Beatriz, Beatriz...
Déjame por lo menos
creer que no estás triste
por lo que no lloraste,
por lo que no dijiste.
Con verdades intactas
y en batallas sin fin
hablarán los copihues
de tu diario vivir.
Quedará una pregunta,
un eterno gemido,
una furia en las olas,
un nombre, un apellido.