No hay en el mundo ni en la inmensidad
de todo el universo, de toda eternidad.
¡Alguien, siquiera, que se pueda comparar
al único Dios de verdad!
Para el que reina vestido de esplendor
al Todopoderoso, al único Señor.
Elevaremos con toda la voz
un grito desde el corazón
¡Gloria a Jesús, el Señor!
¡Gloria por siempre a Su nombre!
¡Gloria y honor porque ha hecho maravillas!
¡Que todo lo que respira alabe a Dios!
¡Gloria a Jesús, el Señor!
¡Gloria por siempre a Su nombre!
¡Gloria y honor por los siglos de los siglos!
¡No hay rodilla sin doblarse ante el poder, de nuestro Dios!
Porque su reino no tiene final
Y todo lo creado se postra ante su altar.
Porque ha vencido el León de Judá
Gritaremos con fe una vez más
¡Gloria a Jesús, el Señor!...
Al cordero inmolado,
al que nos ha salvado
no cesaremos de cantar