Cuántas veces siendo niño te recé
con mis besos te decía que te amaba
Poco a poco con el tiempo, olvidándome de Ti
por caminos que se alejan me perdí
Hoy he vuelto, Madre, a recordar
cuántas cosas dije ante tu altar
y al rezarte puedo comprender
que una Madre no se cansa de esperar
Al regreso, me encendías una luz
sonriendo desde lejos me esperabas
En la mesa, la comida aún caliente y el mantel
y tu abrazo en mi alegría de volver
Aunque el hijo se alejara del hogar
una madre siempre espera su regreso
Que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor
es su madre y el milagro de su amor