Todo lo que se me ocurre
es decirte que lo siento,
que no sé lo que me pasa,
que es ridículo todo esto,
que me muero de vergüenza,
que quisiera estar muy lejos
para no ver esa calma
resignada de tu gesto.
Te deseo de tal forma
y desde hace tanto tiempo
que al tocarte con mis manos
atravieso por un sueño
que me traba la cabeza
como un nudo, como un freno,
como un muro transparente
que me impide amar tu cuerpo.
Más que un deseo
eres una obsesión,
un espejismo
más allá del amor.
Más allá...
Tantas veces he soñado
el instante de este encuentro,
tantas veces me deshice
ocupándote por dentro,
tantas veces he sentido
la marea de tu sexo
que esta vez que no es mentira
me parece que no es cierto.
No contento del fracaso
me permito aún el exceso
de aburrirte hasta el hastío
con mis tópicos pretextos.
Para qué tanta teoría
si está claro como el fuego...
Aquí estás, desnuda, abierta,
esperando y... desespero.