No es fácil regresar
de un largo viaje
sin que al volver
no se haya roto
un color que concebimos
imborrable.
No es fácil regresar
de un largo viaje
sin que al volver
algún que otro contorno
se nos presente, en fin,
desfigurado ante los ojos.
No es fácil desatar
el nudo ocasional
que nos ató al azul
y a aquellos peces
que, poco a poco,
fueron muriéndosenos dentro,
uno a uno.
De regreso,
cuando recuerdos inválidos mueren.
De regreso,
cuántos altares se caen a pedazos.
De regreso,
cuántos colores
perdieron aquel rostro
que tuvieron un noviembre.
De regreso,
cuánto ansiamos
un sabor a fruto joven
compartido.
De regreso,
cuánto ansiamos
un retorno a la semilla
casta y pura.