Escribo…,
para mantener distraída a la amargura.
Esquivo...,
sus dardos con palabras, mi armadura.
Y callo...,
porque digo más en mis silencios
que engañando a las palabras
con sentimientos adoptados.
Escribo, esquivo y callo,
y a menudo lloro en un folio.
Mis lágrimas son tinta, y no hallo
mejor ataque que un poema
ante tanto olvido,
ante tanta pena.
Escribo...,
para curar mi alma rota.
Grito...,
para que el silencio no me coja.
Y curo...,
mis heridas con un verso,
mis miedos con palabras
y los lloro en una hoja.