Hasta entonces nunca me haban aterrado
de esta forma los aeropuertos.
Llname de abrazos, llname de besos,
creo que anunciaron tu vuelo.
Y entre lgrimas tu figura es devorada por la gente,
y una fiera maloliente clava en mi alma sus afilados dientes.
Sus afilados dientes.
Quedo con el sabor metlico de la soledad
y deshojo el calendario.
Tengo miedo, tengo fro y dudo,
y hago repaso.
Fugaz e indeterminado, como un sueo ha comenzado
esta historia y no s, en verdad, si fue real.
Quin me iba a decir que te iba a encontrar una noche casual,
yo ejerciendo de torpe sentimental.
"Qu haces aqu? A punto estaba de marcharme,
qu bueno es encontrarte".
Y t y yo inmviles, y en torno a nosotros
giraban colores, pasaban horas, rostros.
Pasaban horas, rostros.
Pero nada de esto era importante,
"as que hblame de ti y no pares".
Apenas te dejaba la msica con su metralla.
"Cuntame cmo era todo antes".
Aunque seriamente dudo si en verdad hubo un antes,
slo recuerdo bien, con nitidez, que hubo un despus.
Entre empujones, entre la gente,
me acerco torpemente con taquicardia adolescente,
en aquel bar donde no entra ni un rayo de luz,
s que fuera, s que fuera amanece.
S que fuera amanece.
Nuevos reencuentros, nuevas confesiones, y de repente me veo
perdido en un aeropuerto,
con las pesadillas que da a da me acompaan, cotidianas,
con las que me atormento:
A qu son bailan tus caderas,
qu sudores te alimentan, tengo tanto miedo
de que olvides el camino de regreso,
el camino de regreso.