A perdido la cuenta de los errores cometidos
y no se cansa de pedir perdón.
Se castiga en silencio y le abre el pecho al frio,
es dueño de su esclavitud
va apostando los restos de su dignidad cansada
y sabe que no hay vuelta atrás.
Lo conozco mejor de lo que nunca admito
entre los dos somos la cara y cruz.