Salí a recorrer caminos,
salí a recorrer la sierra
buscando la golondrina,
tanto me hablaron de ella,
de su canto lastimero,
de su volar tan seguro,
de su paso por el cielo,
de su amor tan fino y puro.
Iban por el sendero
alegremente cantando
tres muchachos arrastrando
a un palomo prisionero,
-ay, vida, quién lo dijera-,
un pajarito del cielo.
La encontré en un viejo alero
tan triste que no cantaba.
Me dijo que no lloraba
por no manchar mi pañuelo.
Se enamoró de un palomo
una tarde de verano.
Hicieron juntos el nido,
rama a rama, mano a mano.
Vinieron por el sendero
tres muchachos con sus plomos.
Encontraron al palomo
cantando a su golondrina.
Le marchitaron las alas
con un certero disparo.
Se quedó la golondrina
llorando su desamparo.