La mano de Dios ya no corre estas praderas,
la mano de Dios se olvidó de este rincón
y en el cerro blanco se quedan tan solos
el alma de un niño y una flor.
La mano de Dios se alejó de este costado,
el hombre y el niño se miran sin Dios
y en el cerro blanco yacen olvidados
la ley, la dulzura y el pan del amor.
La mano de Dios les dejó la indiferencia;
el hambre y el frío muestran su rigor.
Si en el cerro blanco se pierde ya la vida,
entonces no busques la mano de Dios.