Vienen de las cordilleras,
de la pampa, de la estepa,
de los bosques, de las islas,
de los llanos o del mar.
Son de cobre, son de hierro,
son de lana, son de roble,
son de arena, son de nieve,
son de piedra, son de sal.
Son hombres de mi país
repartidos al azar
que empuñando su esperanza
y blandiendo sus jirones
y esgrimiendo su confianza
fueron a las elecciones,
a ganar.
No hay traición que no conozcan,
no hay mentira que les pasme,
no hay dolor que no les duela,
no hay lección por aprender.
De la sangre rebrotaron,
de la cárcel escaparon,
del cadalso se esfumaron
y ahora tienen el poder.
Lo ganaron con sudor
tras dos siglos de esperar
y hoy el tiempo es menos duro
porque guardan la certeza
de que el triunfo está seguro
y ningún poder del mundo
lo herirá.
Cuida tu poder,
vete a vigilar,
no cierres los ojos,
no vayas a despertar
como ayer.
Perseguido y humillado,
despojado y ofendido,
confundido y maltratado
fuiste en tiempos del rencor.
Siempre acecha el enemigo
en la sombra más espesa
si te duerme la certeza
de sentirte triunfador.
No te sientes a vivir:
vete afuera a combatir.
La victoria está distante
de tu mano todavía,
no lo olvides un instante,
noche y día no lo olvides
en tu ser.