Nos quedamos mirando
con ansia y pena
y fueron nuestras manos
una cadena,
una cadena
que cortamos guardando
todo reproche
para que al fin te fueras
dejando noche,
dejando noche.
Y así partiste y ahogué en mi boca
los sufrimientos,
y te perdiste tras monte y roca
como los vientos.
Hoja seca de otoño,
paloma muerta
que en los brazos del viento
rondas mi puerta,
rondas mi puerta
mas cuando te persiguen
los brazos míos
caen mis manos solas
en el vacío,
en el vacío.
Ay, ay, tu gracia,
¿a quién da vida
con pena y gloria
mientras te vacías
por una herida
de mi memoria?