Yo quiero dejar mis penas,
pero mis penas no me abandonan;
por algo canto esta zamba
que han de llamar "la llorona".
Por más que olvidar yo quiera
todas las penas que me atormentan,
llorando van las guitarras,
y ellas por mi se lamentan.
¡Dónde te has ido!
¡Quién te ha llevado!
Mi corazón, día y noche,
como el crespín te ha llamado!
Sollozan junto a sus nidos
las urpillitas sus sentimientos:
igual que esas avecitas,
al aire doy mis lamentos.
La zamba que estoy cantando
va despertando las alegrías;
no saben que en ella canto
las propias desdichas mías...
¡Dónde te has ido!
¡Vidita mía!
Adónde están las constancias
que me juraste aquel día...
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