(Zamba)
Que nunca me olvidaría,
siempre sabia jurar.
Hoy, que me encuentro tan lejos,
¿quién sabe, mi alma, si se acordará?
La pobre esperanza mía
mucho me supo ayudar.
Hoy me lastiman las dudas:
¿quién sabe, mi alma, si se acordará?
Me acuesto sobre el apero;
triste me pongo a pensar:
toda la vida es ausencia,
¿quién sabe, mi alma, si se acordará?
Esta zambita andariega,
nacida en el arenal,
de tanto vagar conmigo
sabe mi pena de andar y de andar.
Nunca me ha dado la vida
un rancho donde soñar.
Yo me desangro en la huella,
¿quién sabe, mi alma, si se acordará?