Un día más,
un año más,
que estoy perdido en la neblina...
En esa niebla de la noche parisina
que te alejaste para nunca retornar.
Yo te llamé,
Mimí Pinsón,
porque tu afán de ser coqueta
te fue arrastrando al igual que la Griseta,
y el mismo mal, y su final
te castigó.
Mimí Pinsón,
yo te soñé en la novela de Musset
y te encontré después en mi destino...
¡Qué cortos fueron los caminos de los sueños
y qué vanos los empeños,
por salvarte de la muerte!
Sigue la nieve castigando el ventanal,
y yo con esta soledad...
Mimí Pinsón,
aún te busco por las calles de París...
Igual que ayer te veo y te presiento;
pero es inútil, no vienes a mi encuentro,
Mimí Pinsón...
Un año más
que tú no estás,
y nuevamente la neblina
trae recuerdos de mis noches parisinas,
y en el recuerdo, nuevamente, vuelves tú...
Estás en mí,
te vuelvo a ver...
Y en mis delirios de poeta
beso tus manos y el manojo de violetas...
¡Igual que ayer, igual que hoy
y siempre igual!