Manuela tiene duende
y en los ojos una luz
que quita la razón,
que asoma cuando quiere
y se va dejándonos
deshecho el corazón.
Nuestra mujer de nadie
sabe hacer que todos
quieran ser su otra mitad.
Intenta ser su amante
y te puedes olvidar
de otra oportunidad.
No hay que tirar del hilo
porque se da el piro
y acaba con la duda,
que Manuela es todo,
todo menos tuya.
Manuela tiene duende
y no pierde la cabeza
con facilidad.
La reina de la gente
sólo juega con su suerte
por su libertad.
De todo hay en la vida,
y Manuela no se priva
de darse a vivir
y, entre los elegidos,
se ha colado un primo
que le quiere dar un porvenir.
Manuela se ha borrado
mientras él se ha suicidado
para fastidiar
-mira qué mala suerte-,
confundiendo los laxantes
con el barbital.
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