Volveré temprano,
no dejaré que se seque
tu noche
ni el ficus de la entrada.
Daré luz a los peces
que navegan por la casa,
y en tu vientre
no habrá marejada.
Volveré temprano,
ponte mi pijama.
Ya lo sé,
lo que te doy es bien poco.
Pero aunque el diario
hoy se olvide de nosotros,
mañana una paloma
se posará en tus hombros.
Volveré temprano,
respira tranquila.
Cuando los demonios
salen tus heridas
no habrá que buscar
ni luz ni aspirinas.
Allí estaré yo.
Y si te despiertas
antes de que salga el sol
y algo se enreda en tu pecho,
ese seré yo.
No habrá dilaciones.
No habrá más aullidos
ni cuchillos
arrastrándose en la calle.
Seremos nosotros
los que al alba hablen
de este aroma de tormenta.
Seré yo quien te descalce.
Volveré temprano.
Hoy haré la cena.
No temas,
que la noche ya termina.
Y a lo lejos, lluvia
y unicornios que relinchan,
pasionarias que florecen
nos darán la bienvenida.
Volveré temprano.
Te traeré la aurora
y, para tu espalda,
polvo de mariposa.
Si nadan estrellas
hoy bajo tu ropa,
allí estaré yo.
Y si te despiertas
antes de que salga el sol
y algo se enreda en tu pecho,
ese seré yo.