Siembro hijos como bombas mudas, como empujones de pegamento.
Lo que dolía en mi oído no era más que trapecistas de tu aliento.
Me perdía una tarde desnudada de enemigos,
Saliendo como antes de nacido para desterrarme de mi tierra,
Esparcir los nitratos por la mesa,
Sin prisa, se haría un bosque de estatuas.