Atardecer color sepia,
tipo ocho de la tarde, mes de mayo,
en sus aún prematuras patas de gallo.
En su agridulce mirada,
que sonría, mezcla entre gente enrrollada
y niña resabiada de periferia.
Odio los cojines por el suelo,
odio el sexo por experimento,
odio oírla recitar.
Odio mientras decora mi casa
entre multiétnica y vanguardia
de suplemento dominical.
Odio levantarme o no acostarme pa ir al rastro,
odio tomar vinitos,
odio el afterhours,
¡odio a la puta humanidad!,
odio el amor, odio el odio,
odio el amor-odio,
y cuanto más odio, más me odio,
más odio por odiar.
Chu ru ru, chu ru ru ru ru rup.
Ya ni me la pone dura,
su estudiada locura de diva afterhours,
bailando por las calles.
Entre golpes de suerte y palos,
paso sonado factura al cajón de la desidia.
Los agujeros de mis zapatos me están matando...
Chu ru ru, chu ru ru ru ru ru.
Los ojos llenos de nubes,
las botas llenas de mierda.