Pobre enfermita, candorosa y suave
de talle muy frágil y porte gentil.
Grandes ojeras rodeaban sus ojos,
cubría su rostro sombrío matiz
y triste mueca de dolor amargo
sus labios formaban para sonreír.
Iba a la iglesia a rezar
con tan sentida pasión,
que una extraña sensación
sentí al verla pasar,
y la amé en su dolor.
Inclinado ante el altar,
con ardiente frenesí
a la virgen la pedí
no la fuera a llevar
mas la virgen no escuchó.
Nunca jamás olvidaré
que ella fue mi único amor,
porque la quise con toda mi alma.
Y desde que se miraron
nuestros ojos se dijeron
lo que los labios callaron
y nuestras almas se unieron.
Pobre enfermita, candorosa y suave
que pronto me abandonó.
Pobre enfermita que se fue a las sierras,
buscando un poquito de aire y de sol.
Que amargo fue para ella el destino
que pocos momentos de amor disfrutó.
Pobre enfermita, fue en busca de vida,
y en vez de la vida la muerte encontró.