Tres niños de rodillas, reunidos junto al fuego,
escuchan de la abuela, que teje sin cesar,
el cuento repetido de la Caperucita,
que se internó en el bosque y no volvió jamás.
El abuelito blanco, también escucha el cuento,
a él también la vida le supo arrebatar
una muñeca rubia, una Caperucita,
que se internó en el cielo y no volvió jamás.
Era linda como el sol,
por eso Dios se la llevó,
parecía de cristal
y se durmió para soñar.
La vida, como el lobo,
mostró sus dientes blancos,
por eso que en el cielo
hay una estrella más.
Caperucita linda,
tú nunca volverás,
pero las abuelitas,
al repetir el cuento,
te rezan sin cesar.
Pasaron muchos años y aquellos tres muchachos
repiten a sus hijos, con santa devoción,
el cuento que escucharon contar a la abuelita,
de la Caperucita que al cielo se voló.
Si se pudiera un día volver atrás lo andado,
un momentito sólo, volver a la niñez.
Cuántos recuerdos gratos en mi alrededor tendría,
después, al otro día, volver a la vejez.