Abrí la puerta de un tirón,
rugí palabras al revés
para despabilarte.
Con esas alas, no volar
es, cuando menos, la traición
que no merece el aire.
No te salves,
no te salves,
no te salves.
Atrévete a correr.
Te traje el humo de un chamán,
con las cenizas de un chador;
mi piel para abrigarte.
Susurra el viento en el pinar
-ahora que ya eres mi adicción-
que no debí escucharte.
Y me bastó
que me contaras tus problemas
y ya contra la pared,
de golpe, yo te amé, porque te amé.
Contigo, siempre dos y dos son tres.
Y nada fue tan racional.
Y un girasol tu risa fue.
No importa si había luna.
Una ilusión y un corazón,
incluso en la necesidad,
abren al mar lagunas.
Y te sentí, junto con Gala
y con Dalí, entre relojes
derretidos.
Si creces, no me esperes;
te lo pido.
Amar es regalar;
no devolver.
Amar es regalar;
no devolver.