¿Por qué, mi buena amiga, tus miradas
tan pálidos reflejos, hoy me dan?
No llores, tus auroras esfumadas,
que cuando menos pienses volverán.
Escucha, si te placen mis consejos,
que son cual un jardín en flor,
deshecha lo recuerdos de tu mente,
que si fugó tu dicha lentamente,
se ha de fugar tu dolor.
Ahora mi corazón
te puede hacer feliz,
ya ves, te doy mi vida,
olvidando tu desliz.
Reniega del cariño que fingió,
el hombre que manchó tu castidad,
no debes continuar, con esa cruz,
soy tu amor y tu luz,
y templo de bondad.
Si quieres hoy salvar, tu corazón,
y la bendita fe que vive en mi,
dejarás sellar con unción,
el más ferviente beso
que forjó mi ilusión.