Desengañada
vas por la vida;
abandonada
y el alma herida.
Y hay en tu mirada
un triste desencanto,
que con mi canto
yo he de borrar.
Tu alma pide amor
y en el fondo de él
encontró dolor
y amargura cruel.
Y como una flor
te has de marchitar
sin otro consuelo que llorar.
Suavemente, suavemente,
como canta el ruiseñor,
yo quisiera saber cantar
el poema de tu dolor;
y en tus labios poder calmar
esta sed de profundo amor
que sentí palpitar cuando vi
de tus ojos oscuros la luz brillar.