A la voz de ¡Barco viene!
es de ver cómo vira y se previene,
a todo trapo escapar
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas yo divido
lo cogido por igual;
sólo quiero por riqueza
la belleza sin rival.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte
y al mismo que me condena
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo, ¿qué es la vida?
Por perdida ya la di,
cuando el yugo del esclavo
como un bravo sacudí.»
«Son mi música mejor,
aquilones, el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno al son violento
y del viento al rebramar
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar.»
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios mi libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.