No recibió la herencia del cuchillo
y con la droga reemplazó al coraje.
Se enroló en el moderno malevaje
de inconscientes con dedo en el gatillo.
Lo trataba a su padre de "masoca"
porque supo ser siempre un laburante,
mientras él era sólo un delirante
que pensaba en tener "la mosca loca".
Pero un mal día se escurrió la suerte
y boca abajo lo escrachó la muerte
vestido de polera y metralleta.
Es la historia de siempre, se me antoja.
Que al que cruza el destino con luz roja,
no le falta quien le haga la boleta.
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