Y era un pajarillo de blancas alas,
de balcón en balcón, de plaza en plaza,
vendedora de amor, ofrecedora,
para el mejor postor de su tonada.
Cinco inviernos pasaron y ahà seguÃa
la misma hora de ayer, la misma esquina,
era joven y fiel y aún tenia la rosa de su piel
y más grande la espina.
Y sonreÃa al pasar de los mirones,
bajo de aquel farol, noche tras noche,
veinte veces se la llevaron presa
y canto su canción tras de las rejas.
Y era un pajarillo de blancas alas,
de balcón en balcón, de plaza en plaza,
vendedora de amor, ofrecedora,
para el mejor postor de su tonada.