Te conocí en la salida en la puerta de aquel cabaret
una alegre noche de fiesta y de beber
buscamos por todos los bares del centro de la ciudad
la mentira de un mundo que sueñas y nunca se da.
Tuvimos mucho dinero y tiempo de hacerse el matón
sin advertir que esta vida ataca a traición
se descubrió la impostura y resultó que al final
ni yo era tan arrogante ni tu tan fatal.
Y el mundo soñado era una ilusión
y el mejor amigo un bribón
pues todo se vende al mejor postor
y en lo más barato el honor.
Sufrimos después la certeza
entre tanto feliz timador
de que tú, ni yo, ni nadie era mejor
si todos somos ladrones, el delito solo puede ser
que te pillen con la mano en el pastel.
Con la gran resaca de la decepción
cada uno a la luz de un farol
el rimel ajado del trasnochador
dejó de tener gracia amor.
Y así el champán selló un adiós
cada uno a su luz de farol
sé que fue lo mejor para los dos, tu y yo.