Ante todo, buenas tardes
al patrón y a la patrona,
al patrón y a la patrona,
y a la gente que razona
dejando a un lado el alarde.
He llegado un poco tarde
porque no sé qué me pasa
que mi paso se retrasa
y mi pecho se resiente,
cuando se cruza en la mente
la que era dueña de casa.
Yo le di mi amor sincero
a una tal María Rosario,
a una tal María Rosario,
que la tengo a flor de labios
porque la quise y la quiero.
Y aunque el tiempo compañero
a cualquier parte me lleve,
mi cabeza blanca en nieve
pensará en María Rosario
que me dejó solitario
cuando cumplí veintinueve.
Lo que fue de entero paño
hoy es fleco de trapito,
hoy es fleco de trapito,
que se cae de a pedacitos
sobre el recuerdo de antaño,
Siento el peso de los años
sobre mis hombros vencidos,
me ha cansado el recorrido
de los tiempos que pasaron,
y por si no se enteraron
tengo sesenta cumplidos.