Te estaba zumbando un canto
adentro del corazón,
nunca debiste escucharlo,
que no era un canto de amor.
Siempre junto a la ventana,
siempre sobre el bastidor,
hermana de risa clara
distante como un adiós.
Te estaba llamando un canto
y ese canto te llevó.
Hermana, tu tristeza está en la mesa familiar,
mesa que ha enlutado tu destino,
y tu sonrisa de muchacha sin camino
en el hielo sin consuelo del hogar.
Hermana, por ausente, por perdida, por lejana,
eres más presente, más querida, más hermana...
Eres mucho, mucho más.
Tal vez te quisimos poco.
Tal vez te tratamos mal.
Nunca nos dijiste nada,
jamás te vimos llorar.
No abriremos tu ventana,
dormirá tu bastidor.
Jamás diremos tu nombre,
tu nombre también murió.