Un chaval de quince años, yo no le daría más,
entra en un supermercado y no hay nada de anormal.
Coge lo que busca y con prisa va a pagar,
o al menos lo que parece, la alarma empieza a sonar.
Asustao sale corriendo, y dispuesto a prosperar,
siempre está el buen empleado que echa por patas detrás,
consiguiendo atraparlo y llevándolo al local,
lo robao será devuelto, la verdá ha vuelto a triunfar.
Y te juegas la vida ¡Ay, pringao!
Y te juegas la vida ¡Ay, pringao!
Vales menos de lo que ha robao.
Y te juegas la vida ¡Ay, pringao!
Seis meses más tarde, reajuste de personal,
el currante va a la calle, será otro parado más.
Paradojas de la vida, realidad del capital,
¿Sabes lo que te diría el chaval que entró a robar?