Aún vuela en pedazos el papel
de la carta que no te envié
palabras guardadas en la voz
que yo misma quise siempre enmudecer.
Eran las más bellas que dije jamás
lo sé porque en ellas
llegué a desnudar una hermosa verdad,
una hermosa verdad.
No fue tan difícil
nada más, vencí aquel miedo a decir
un simple te quiero
que sin ti no hubiera llegado siquiera a sentir.
Pero sin embargo fui incapaz
de ser tan valiente hasta el final
hubiera tenido que escribir
el triste y temido nombre del adiós.
Eran las más bellas que dije jamás...
Cómo no iba a serlo
si al final, de aquel frío invierno, nada más,
yo solo recuerdo el calor
de estar abrazada a tu cuerpo
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