(Zamba)
Al cantar del crespín
en la tarde ardida,
cobriza y azul,
llorará la zamba,
librando en el aire
palomas de sueño y de luz.
Y mi voz surgirá
viva en la madera
de mi guitarra,
cadera de mujer
tocando el herido
destierro de mi soledad.
Muero al amanecer
solo,
tristezas del crespín
silbando bagualas
al centro del clima me voy.
Volveré, sombra ya,
a besar el dulce
calor de tu piel.
Floración virginal,
carne de los jazmines,
lunares del amanecer.
Soledad, del querer,
lo que me desvela
la sangre de amor.
Y partir con el sol
sombra de la tierra desnuda,
nocturna y final.