En tu loca cabecita
se te ha metido una duda,
y a tu alma pobrecita,
le está faltando una ayuda.
Son tus celos incurables,
culpables de todo el mal,
y en el trance irremediable
sigo queriéndote igual.
Preguntá, vida, por favor,
en cualquier parte,
y donde vayas
te dirán la misma cosa.
Que te entregué mi corazón
y por amarte,
me hirió la espina
de tu duda caprichosa.
Te di mi fe
honda y sentida,
te di mis besos
te di mi vida.
Mas hoy, queriéndote tener,
por bien de nuestro amor
te tengo que perder.
Quiera Dios que me comprendas,
ya que está echada mi suerte.
Sólo pido que me entiendas
yo no hice más que quererte.
En tus brazos quedé preso
y el beso me pagó mal.
Y a pesar de todo eso,
sigo queriéndote igual.