Érase que podía ser fiesta
cada vez que tú quisieras.
Y el amor era la mesa puesta
y sábanas al clavel,
y el aroma de tu piel
allí, tan cerca de mi piel.
Érase que toda la ternura
inundaba los rincones.
Y el amor, un mar fiero de espuma
batiéndose en la roca,
y la orilla de tu boca
allí, tan cerca de mi boca.
Érase de un vértigo de estrellas
en un círculo perfecto.
Y el amor, un relámpago en el centro
que en mis brazos te rendía,
y tu alma en rebeldía,
allí, tan cerca de la mía.
Érase que se era
que, fuera como fuera,
érase que contigo
nada fue una quimera.
Érase que por la cerradura
nos espiaban los duendes.
Y el amor, la puerta a la aventura
que tú habías abierto,
y la magia de tu cuerpo
allí, tan cerca de mi cuerpo.
Érase que entonces es ahora
y aún ahora es como entonces.
Y el amor, un regalo de las horas,
un asombro cotidiano,
y la fuerza de tu mano
aquí, tan cerca de mi mano.