Arrabales porteños
de casitas rosadas
donde acuna los sueños
el rasguear de las guitarras.
Donde asoma la higuera
sobre las tapias,
adornando los muros
con sus fantasmas.
Sombra,
telón azul del suburbio
donde se juega el disturbio
cuando un amor se envenena
y al dolor de la traición,
se haee rencor,
rencor y pena.
Sombra,
donde los labios se juran
mientras la noche murmura
con su voz de bandoneón.
Arrabales porteños,
en tus patios abiertos
las estrellas se asoman
y te bañan de silencio.
Y la luna amarilla
siembra misterios
caminando en puntillas
sobre tus techos.
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