Por verme amado de ella por todo el día,
mañana, en perder la vida, consentiría.
Y el fuego del infierno ya es sólo humo.
Ahora el fuego ya es sólo humo.
Después de arder, el fuego ya es sólo humo.
El infierno ya es sólo humo.
En el hueco del eco de su voz,
vive el eje que desapareció.
Agarrados del aire, viviremos;
no me importa adónde vamos.
Apriétame bien la mano, que un lucero
se me escapa entre los dedos.
Arráncate a cantar y dame algún motivo
para decirle al Sol que sigo estando vivo.
¡Ay del desánimo! Que no puede conmigo.
¡Ay del destino! Que no juegue conmigo.
Hay un brillo mágico que alumbra mi camino.
Y el fuego del infierno ya es sólo humo.
Ahora el fuego ya es sólo humo.
Después de arder, el fuego ya es sólo humo.
El infierno ya es sólo humo.
Ay, ay, ay, ponte a cantar canijo.
Una mijita me arregla el sentío.
¡Ay del desánimo! Que no puede conmigo.
¡Ay del destino! Que no juegue conmigo.
Hay un brillo mágico que alumbra mi camino.
¿Y qué, si me condeno por un beso?
¿Y qué, si necesito respirar?
Canta la de que el tiempo no pasara.
Canta la de que el viento se parara.
Canta la de que el tiempo no pasara.
Donde nunca pasa nada.
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