Soñé que fui al cielo y tú estabas allí,
caminamos las calles de oro,
vimos el mar de cristal.
Los ángeles cantaban,
alguien te llamó,
miré y vi a un joven
que sonriendo a ti te habló:
Amigo no me conoces,
pero yo te conozco a ti
en la Escuela Dominical
a la edad de diez,
acostumbrabas a orar
antes de la lección
y un día al tú hacer la oración
Jesús vino a mi corazón.
Gracias por darle al Señor,
yo soy una vida que cambió.
Gracias por darle al Señor,
por eso hoy estoy aquí.
Otro hombre y te habló,
te dijo: Te acuerdas de aquella vez,
un misionero llegó a tu iglesia
y te hizo llorar.
No tenías mucho dinero,
pero lo diste todo igual,
Jesús tomó esa ofrenda
y por eso hoy estoy aquí.
Gracias por darle al Señor,
yo soy una vida que cambió.
Gracias por darle al Señor,
por eso hoy estoy aquí.
Llegaron miles, no se podían contar,
cada uno fue tocado
por tu generosidad.
Cosas pequeñas que hiciste,
los sacrificios también,
aunque no visto en la Tierra
en el cielo se proclamó.
Yo sé que allá en el cielo
no se puede llorar,
pero no podías tus lágrimas contener
cuando Jesús tomó tu mano
y mirándote te habló:
Hijo mío, mira a tu alrededor
grande es tu galardón.
Gracias por darle al Señor,
yo soy una vida que cambió.
Gracias por darle al Señor,
por eso hoy estoy aquí.
Gracias por darle al Señor,
yo soy una vida que cambió.
Gracias por darle al Señor,
por eso hoy estoy aquí.